Desde mi juventud me dispuse a obedecer a quienes consideraba honorables y en lo correcto. Me deje programar en 11 años de seminario sin cuestionar lo suficiente. Cosas me dolian, pero para mi eran como los dolores propios de quien ejercita los musculos, que le queman.
A mis 36 años reconoci que esa programacion no funcionaba ni me llevaba a la felicidad. La veia en mi y en otros de mi mismo caminar. Decidi salirme de programacion, hacer uso de mi libertad. Abri las alas y para siempre!
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